A solo seis días de empezado el nuevo año, ya vamos viendo que este 2021, fiel a la pauta de su predecesor, no dejará que bajemos la guardia en ningún frente, al menos no en el del virus y sus nuevas variantes ni tampoco en el de la política, nacional e internacional. La bajada de reyes en Estados Unidos trajo por un lado los resultados de las elecciones de segunda vuelta en el estado de Georgia en los que ganaron los dos demócratas, John Ossoff, que se convierte en el senador más joven de los últimos 40 años, y Raphael Warnock, que es el primer representante negro de ese estado. Estas dos victorias implican que tanto demócratas como republicanos tendrán 50 senadores cada uno y el voto dirimente recae en Kamala Harris, la nueva vicepresidenta, y entonces, son los demócratas los que tendrán nuevamente el control del Congreso.

En paralelo por otro lado, en un mitin en Washington D.C., Donald Trump, todavía sin reconocer los resultados electorales, insistió sin ningún sustento factual en que la elección había sido fraudulenta. El mandatario incitó como en otras ocasiones a sus simpatizantes a defender su gobierno. Durante su discurso, la multitud se empezó a mover en dirección al Capitolio, en donde el Congreso estaba en sesión para certificar los resultados electorales y así dar paso al cambio de administración y toma de mando del demócrata Joe Biden este 20 de enero. Los partidarios del magnate invadieron el edificio que alberga las dos cámaras del parlamento con facilidad, pues superaban largamente a los policías que resguardaban el recinto. En videos y fotos circulados en redes se puede observar también que los agentes los trataron respetuosamente (al menos al inicio). Algunos incluso se tomaron selfies con ellos.

Foto: Manuel Balce Ceneta/AP


Cuerpos marrones, negros y blancos

Son muchos los ángulos que se podrían comentar respecto de los sucesos de estas últimas 24 horas, especialmente sobre lo ocurrido en el Capitolio. Por un lado, tomará tiempo digerir las imágenes en las que vemos a los partidarios de Trump, hombres blancos (y algunas mujeres) encarando a los pocos policías que parecen estar en la escena, saqueando oficinas, tomándose fotos. Imágenes que contrastan radicalmente con las que tan solo seis meses atrás mostraron una respuesta diametralmente opuesta del gobierno y la Policía en tanto institución ante las protestas por justicia racial conocida como Black Lives Matter. Abundan ya noticias que comparan estas respuestas, la evidencia clara, concreta y visual del racismo sistémico en este país y del privilegio blanco.

En junio de 2020 cuerpos marrones y negros que protestaban pacíficamente por las muertes injustificadas en manos de la Policía fueron dispersados con toda la fuerza de la Guardia Nacional que los esperaba lista en Washington D.C. Ayer, la multitud de cuerpos blancos invadió el Capitolio con los senadores y más personal adentro, escondidos en la cámara o encerrados en sus oficinas antes de ser evacuados de emergencia. Cuerpos marrones y negros no habrían llegado a tocar las paredes de ese recinto sin ser intervenidos violentamente.  

Cuerpos blancos, no es novedad para nadie aquí a estas alturas, reciben otro tratamiento. Algunos de estos cuerpos iban armados, entraron al edificio del congreso llevando armas de fuego. Se encontraron también bombas molotov y otras de tipo casero. Sin embargo, el extremismo, terrorismo doméstico, fundamentalismo político o religioso están todos asociados a cuerpos oscuros. Estos cuerpos blancos, con banderas y gorras y demás parafernalia, resultan familiares, y que rompan ventanas y puertas e invadan el recinto pareciera que se toma como una pataleta más de Trump y sus seguidores y no como un peligro a tomar en serio –tan es así que el Congreso sale de vacaciones hoy por dos semanas, como es usual y como si no hubiera pasado nada ayer. 


Una nación dividida y en crisis institucional

Por otro lado, una nación que dice de sí misma ser potencia mundial, que sigue destinando presupuestos billonarios a su infraestructura militar para “mantener el orden y promover regímenes democráticos” en territorios extranjeros y proteger la seguridad del país frente a ataques internacionales ha mostrado ayer otra de sus caras. Se trata de una realidad que hasta hace pocos años hubiese sido inimaginable ver tan públicamente expuesta, pero que viene irrumpiendo cada vez con más fuerza, especialmente durante estos últimos cuatro años: una nación dividida y violenta, un sistema bipartidario en decadencia, e instituciones disfuncionales y corruptas, empezando por la Policía. Son tal vez los más extremistas de los partidarios de Trump los que entraron a la fuerza al Capitolio, pero el hecho de que pudieran hacerlo muestra hasta qué punto está afectada la institucionalidad en el país.

Yousef Munayyer on Twitter


Autorregulación que llega tarde

Finalmente, considero que un ángulo importante de analizar es el tema de la desinformación y las noticias falsas. Estos sucesos y el estado en el que se encuentra Estados Unidos hoy en día no pueden entenderse sin ello. El problema con la desinformación y las noticias falsas no está en que la gente piense diferente sino en cómo actúa y la violencia real que se genera a partir de esta realidad paralela.

Es tiempo de abrir la discusión acerca de una mayor regulación de las redes sociales y de cómo los buscadores como Google y otros seleccionan, priorizan y presentan los resultados de búsquedas en internet. Gigantes como Twitter, Facebook (que también es Instagram y WhatsApp) y Google (que también es Youtube) se amparan en ser plataformas y compañías de tecnología y así evaden la regulación como medios de comunicación. Sin embargo, todas estas empresas norteamericanas han jugado un rol central en la difusión de información falsa en muchas ocasiones y en muchos países. 

Si la definición de medios de comunicación actual no los incluye ni regula, pues toca abrir y cambiar esa definición, volverla una adecuada para el siglo XXI. Ir a la raíz. La pregunta clave ahí es: ¿cómo diseñar una regulación acorde con el ambiente mediático y tecnológico presente que defienda la libertad de expresión y también proteja la información como derecho y bien público?

Solo ayer y en vista de los acontecimientos en el Capitolio, Twitter, Facebook, Instagram y Youtube tomaron acciones (editoriales si se quiere) para bloquear contenidos de Trump incitando a la violencia y videos posteados por partidarios de Trump que los mostraban entrando con armas al Capitolio. Como la Guardia Nacional ayer en Washington, la autorregulación de estos gigantes llega también un poco tarde. Bloquear la cuenta de Trump por 12 horas, como ordenó Jack Dorsey, el director ejecutivo de Twitter, o por dos semanas como señaló Mark Zuckerberg para las cuentas de Instagram y Facebook, son pequeños parches para las enormes heridas que muestra hoy esta sociedad.  

A las 3:30 de la mañana de este jueves 7 de enero el Congreso certificó los resultados de las elecciones. Esperemos que en la agenda del gobierno entrante y acorde con su discurso de conciliación nacional, la regulación al acceso y uso de armas de fuego y también la de medios de comunicación sean temas prioritarios.

Actualización al 08-01-2020:  Twitter bloqueó permanentemente a D. Trump. 

Actualización al 11-01-2020:  El hombre búfalo blanco y más han sido arrestados. Y no solo diversas redes sociales han bloqueado cuentas vinculadas a Trump o a sus seguidores por incitación a la violencia y desinformación. Por las mismas razones, también plataformas de dinero digital (PayPal, Venmo) han bloqueado cuentas desde las cuales se financió el viaje de sus simpatizantes a Washington DC. App Stores como Apple y Android han eliminado Parler, una red social popular entre sus seguidores, ya no se puede descargar ahí. Amazon le daba servicio de hosting a Parler y también lo ha retirado.  


Foto de portada:
The Guardian