Constitución: Carta Magna, documento fundante, ley suprema. Principios conductores.

Lo que constituye, la base legal que permite al Estado constituirse, materializarse, tomar determinadas formas y no otras y regular la convivencia entre sus ciudadanos. Establece los principios de cómo esta formación-nación será gobernada.

En algunos países, como en el nuestro, es un solo documento; en otros, una serie de actos legales o tratados.

¿Y si pensamos la Constitución en términos de infraestructura? La Constitución es la infraestructura básica, primordial, desde la que puede nacer lo demás, la que puede rehacer lo demás.

Las infraestructuras que sostienen los modos en los que vivimos solo suelen ser visibles cuando son nuevas y nos toca adaptarnos a su uso o cuando se rompen, cuando fallan, cuando ya no dan más. El resto del tiempo no son visibles, son como una música de fondo por la que transita nuestra vida.

Me despierto, chequeo mi teléfono, 45 mensajes nuevos en WhatsApp, un scroll rápido en redes sociales mientras escucho la Encerrona en Spotify. Es temprano y está un poco oscuro, prendo la luz, voy al baño y luego preparo el café. Solo en esos actos mecánicos y rutinarios, sin mayor proceso mental o esfuerzo físico, he utilizado una serie de infraestructuras de telecomunicación y tecnológicas que se montan unas sobre otras (mi celular, mis redes sociales, la conexión a Internet vía WiFi, 4G, u otros), que dependen a su vez de la infraestructura eléctrica –de la que también posiblemente depende mi cocina–. El agua potable a la que accedo por las cañerías de mi casa es parte de otras dos infraestructuras públicas de provisión y saneamiento del agua.

Cada día entramos en contacto con estas y tantas otras infraestructuras más, son los ambientes por los que transitamos, se vuelven parte del fondo, se naturalizan. Las damos por sentadas y solo cuando dejan de funcionar regresan a nuestro campo consciente. Cuando hay cortes del servicio eléctrico, a diferencia de los apagones ochenteros, no solo se va la luz, la radio y la tele, también se va internet, y mi vida depende de cuánta batería queda en el teléfono. Muchas infraestructuras se montan sobre otras: lo mismo pasa con las leyes y con la estructura de gobierno.

Infraestructura es la que delinea lo posible, la que permite que algo exista o no. La Constitución no hace directamente algo, pero determina las condiciones de posibilidad para que ciertos mundos existan y otros no. Y sobre todo, es la que marca los límites de lo posible, no detalla cada tema, marca más bien los principios sobre los cuales imaginar y crear. La Constitución ha permitido, desde lo que dice y lo que no dice, que muchas más leyes, más específicas, vayan en cierta dirección y no en otras. Y eso es parte de lo que está en discusión ahora, lo que se ha construido a partir de ella en materia económica, jurídica, social, laboral, y que sin revisarla no puede desarmarse para re-constituirse de manera más centrada en las personas y no solo en la economía.

Dos sugerencias de lectura al respecto:

Un momento constituyente para re-imaginar la economía de Stephan Gruber (@StephanGruberN) en Revista Quehacer.

Crecimiento sin desarrollo: los límites del modelo agroindustrial como vía de bienestar de Ana Lucía Araujo (@araurau_) en CEPES.